martes, 18 de mayo de 2010

Editorial




¿Dónde tocamos?

Alguna vez en mi vida tuve un proyecto musical con mis amigos del colegio, ganamos algunos premios que nunca llegaron. Decidí convertirme en un melómano y dedicarme a otras huestes. Uno de esos premios consistía en una gira para tocar por todos los pubs del puerto. Nunca fue. Con el tiempo concluimos junto a mis compañeros de banda en que simplemente no había espacios para tocar, una vez lo hicimos en el Teatro Mauri, otra en el gimnasio de la UCV, también en la Upla y en un bar llamado Klandestino.

A través de esta década las cosas han mejorado pero no del todo, se abrieron nuevos escenarios para las bandas pero aún permanece ese dejo de “la carencia de lugares para tocar” más allá de malls de entretención como ese gigante cascarudo de Calle Blanco.
Son pocos los lugares que acogen a los proyectos musicales emergentes y estos condicionan a las bandas con remuneraciones paupérrimas, como por ejemplo “Tocar por cervezas” inaudito. El arte de la creatividad musical no puede ser recompensado con bebestibles, sino con apoyo, difusión y condiciones mínimas como por ejemplo una buena amplificación y equipos para sonar bien.

La lucha por la existencia de un proscenio no dejará de ser una incógnita permanente para los músicos, los que se resignan muchas veces a estas dificultades sólo por tocar y mostrar su arte.

A no perder las esperanzas en el nacimiento de nuevas propuestas y posibilidades a esas bandas para mostrar lo suyo, aprovechemos los espacios públicos, con arte y perseverancia.

Foto: Jorge Severino D.

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